Termino mal, no tan mal, pero hacer negocios con politicos en Kenia, definitivamente no estaba en el bucketlist “normal”, pero si en la que tengo cuando me creo “Tom Cruise”. Estábamos “voluntariando” en Kenia para una empresa que contrata mis servicios de marketing. Resulta que alguien en África les había escrito, seguramente para pedirles plata. Ellos, en su infinita sabiduría, me remitieron la información para que me reuniera con los interesados.
Después de varias citas medio canceladas y premoniciones universales que nos gritaban “¡Peligro!”, finalmente nos sentamos con un grupo de unos diez individuos. Distintos cargos, distintas fundaciones, pero todos con la misma mirada de tiburón en busca de la próxima presa. Nos trataron como políticos extranjeros, lo cual fue raro, pero logramos algunos enlaces interesantes para futuras “colaboraciones”. Ya sabes, “Wink, wink”.
Huevans: El concejal y sus promesas doradas
Fue entonces cuando apareció Huevans, un concejal de una ciudad africana que prefiero no nombrar. El tipo destapó sus credenciales y nos pintó un universo de oportunidades doradas, aparentemente repletas de billetes. Nuestra sed por un proyecto jugoso, por dinero fácil y por algo en lo que invertir nuestro tiempo, nos empujó a abrir una empresa de consultoría en visas americanas.
La idea era apalancarnos en la infraestructura de una empresa americana de turismo para maximizar la probabilidad de éxito, además súmale el alcance de el como politico. Como si nos hubieran metido un cohete en el culo, nos lanzamos a construirle a Huevans una landing page que demostrara nuestras supuestas habilidades de programación, diseño y visión. Todo parecía ir viento en popa.
El sueño de la consultoría en visas americanas
Decidimos montar en Kenia una empresa con un político. Viéndolo en retrospectiva, todo sonaba bastante cinematográfico, hasta entonces si me so no muy cool hacer “negocios con políticos en Kenia”. En línea con la burocracia africana, documentos se intercambiaron para abrir la empresa legalmente, por supuesto, a través de un testaferro del político.
Nuestros anhelos eran claros: queríamos ganar mucho dinero, y rápido, pero sin infringir la ley y pagando impuestos. “Movimiento” era nuestro lema, queríamos llevar esta empresa a la cima. Eso, por supuesto, implicaba tener al menos una cuenta bancaria. Ahí fue donde las cosas se torcieron. Huevans se hizo el “Huevons” cuando llegó el momento de darnos los documentos necesarios para abrir la cuenta. Pero no contaba con nuestra morena, que solita se “negreaba” (sin ofender, cero racismo) y nos ayudó a conseguir la documentación que el hombre tenía secuestrada. Sin extorsión ni cartas, pero con mucha maña.
El choque con la realidad
Este episodio nos hizo ver que algo olía mal. Una vez que aseguramos el preciado documento, decidimos informarle, y de paso le mencionamos a nuestra colaboradora. Huevans se timbró de inmediato y pidió una cita para conocerla. Ese día, las intenciones fueron casi evidentes, dignas de una conversación de “House of Cards”. El hombre llegó a hablar con ella y a lanzarle amenazas sutiles en Swahili (o al menos eso nos contó ella). Resulta que el tipo quería enfocar sus esfuerzos y los de nuestra empresa en enviar trabajadores a Arabia Saudita, Emiratos Árabes y Dubái.
Según nuestra colaboradora, y un documental de Vice que vimos días antes, eso podía traducirse básicamente en trata de blancas. Ahí fue cuando nos dimos cuenta de que la situación era mucho más turbia de lo que imaginábamos. No por la falta de transparencia, sino porque se nos venía una maraña legal y moral encima.
Lecciones aprendidas de una experiencia africana
Después de tres meses de trabajo intensivo, montando uno de los proyectos más cool en los que he estado, decidimos cerrar operaciones en África y decir adiós a esta experiencia.
Lo que me llevo de todo esto son varias lecciones:
- Si pasa en TNT, puede pasar en la vida real. Trabajar con un político siempre es un riesgo, y si es africano y no quiere montar una red de trata, dobla la apuesta. No hagas negocios con políticos en Kenia.
- Camina con calma, no vaya a ser que te caigas. Si corres con tijeras en las manos, la probabilidad de que te las claves es alta. No corras, camina y disfruta del viaje. Y por amor a Dios, no uses las tijeras como bastón.
- La corrupción en Africa es un monstruo de mil cabezas. Todos buscan su tajada, hay una expectativa de asistencialismo total. Todo cuesta diez veces más de lo que debería y tarda el triple de lo que uno puede aguantar. Triste aprendizaje, pero grandiosa historia. Otra para los libros que dejaré a mis sobrinos.